Todos, sin excepción, hemos padecido rozaduras en los pies en algún momento de nuestra vida. La aparición de una rozadura puede ser consecuencia del uso de un calzado incorrecto, en mal estado o de las propias condiciones en las que se encuentren nuestros pies. A continuación os dejamos un listado con diez factores que influyen comúnmente en la aparición de las rozaduras.

▪ Calzado deteriorado o en mal estado. Si alargamos la vida útil de nuestro calzado, cuando el material ya presenta un desgaste evidente o la horma se ha deformado, es posible que terminemos sufriendo rozaduras. Evita seguir utilizando el calzado cuando éste ya empieza a perder sus propiedades y morfología.

▪ Talla incorrecta en la elección del calzado. En ocasiones la aparición de las rozaduras está ligada a los pequeños contactos del pie con las “paredes” del calzado que llevamos. Si hemos elegido una talla demasiado pequeña, es posible que los propios dedos e incluso la zona del empeine termine sufriendo alguna rozadura del continuo contacto al que lo estamos sometiendo. Del mismo modo, si la talla es grande, nuestro pie no gozará de la sujeción necesaria y se deslizará en exceso dentro del zapato. En definitiva, un exceso de movimiento del pie dentro del calzado puede generar rozaduras.

▪ Calzado a estrenar. Del mismo modo, al estrenar un calzado, aunque hayamos acertado en la talla y el tipo de zapato, no estamos exentos de poder sufrir alguna rozadura hasta que pie y calzado se adapten entre sí. Por eso es recomendable probarse el calzado nuevo para andar por casa unos minutos o hacer pequeños recados antes de utilizarlo ininterrumpidamente durante horas.

▪ Calzado incompatible para nuestra tipología de pie. La horma de un calzado (la morfología de su propia estructura y el espacio que deja el zapato en cuestión para introducir el pie), su acolchado, sus materiales o su altura (por ejemplo los zapatos de tacón, que obligan a llevar el pie en una posición antinatural) pueden inferir en la aparición de rozaduras.

▪ Piel excesivamente sensible. Muchas personas tienen la piel de los pies más sensible y simplemente son propensos a sufrir rozaduras en multitud de situaciones, ya sea estrenando calzado, o cuando éste presenta materiales algo más rígidos y menos amortiguados.

▪ Exceso de tiempo caminando o corriendo. Senderistas, montañeros, andarines y maratonianos son propensos a sufrir rozaduras por la gran cantidad de horas que pasan en movimiento con el mismo calzado. El sudor y el impacto del pie contra el terreno son dos factores que, unidos, facilitan la aparición de rozaduras.

▪ Altas temperaturas y humedad en el interior del calzado. Como decíamos, la humedad, el sudor y las temperaturas elevadas favorecen la aparición de rozaduras. En verano es fácil que se den estas circunstancias; por lo que es recomendable usar calzados altamente transpirables y calcetines que faciliten la ventilación del pie.

▪ Calcetines con tejidos poco adecuados. Como decíamos, es importante utilizar calcetines que garanticen una buena transpirabilidad a nuestros pies, diseñados con tejidos finos que no se arruguen, cuenten con pequeños canales de ventilación y sean de materiales sintéticos.

▪ Calcetines en mal estado. Del mismo modo que ocurre con el calzado, los calcetines –por muy buenos que sean– tienen una vida útil y pierden propiedades con el uso y el paso del tiempo. Jubilar nuestros calcetines a tiempo y no usarlos cuando comienzan a deteriorarse es una buena manera de prevenir posibles rozaduras.

▪ Arenilla en el interior del calzado. En ocasiones al pasear por parques o pistas con arenilla, si ésta se filtra al interior de nuestro zapato puede ocasionarnos rozaduras al producirse una fricción entre la piel, la arenilla y el sudor. Vigila que no ocurra si caminas por zonas naturales.