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El pie de los atletas de élite

Como ya imaginaréis, al igual que no todos andamos igual, tampoco todos corremos de la misma forma, y hay personas que parecen que llevan el atletismo en la sangre y en los pies desde muy temprana edad, demostrando una capacidad para enfrentarse a grandes carreras atléticas que para muchos es inalcanzable. Concretamente hablamos de los atletas keniatas y etíopes, que son a día de hoy los que dominan las carreras de larga distancia.

Efectivamente se nos suele conocer por nuestra forma de andar, y es a partir de los 7 años cuando adoptamos una manera independiente de movernos. Y, aunque los atletas etíopes y keniatas ya cuentan con una predisposición genética, debido a la gran actividad física durante su infancia, combinada con un entrenamiento exorbitante durante su adolescencia y etapa adulta, hacen que desarrollen una gran capacidad aeróbica, así como una increíble fortaleza en los pies. Muchos de ellos están acostumbrados a correr descalzos desde corta edad, lo que sin duda robustece los pies, al no contar con la protección del calzado, y esto también refuerza y protege al resto de articulaciones.

No debemos olvidar que para muchos niños del continente africano, llegar a ser corredor o futbolista de élite es un sueño. Los jóvenes ponen un gran empeño por entrenar y mantenerse en forma, con la esperanza de poder alcanzar un gran nivel, ser descubiertos por un agente y empezar a competir en el escenario internacional de las  carreras  de  fondo.  Por lo que correr es una ilusión, un estilo de vida, una disciplina y parte de su cultura.

Además, los corredores africanos tienen una morfología perfectamente adaptada a la carrera,  con un rendimiento más positivo, lo que minimiza el riesgo de sufrir lesiones.

Una investigación publicada en el Journal of Sports Sciences, que analizaba la densidad mineral ósea en atletas keniatas de élite y la comparaba con otros sudafricanos sanos de antropometría similar, revelaba que sus valores están muy por debajo de lo esperado para hombres de su edad.  De este modo, al ser tan delgados y ligeros, gastan menos oxígeno y el esfuerzo de levantar las piernas del suelo es mucho menor. Es decir, gastan menos energía por kilómetro que otro corredor con un físico común. Tener un cuerpo tan liviano y veloz fortalece increíblemente la musculatura propia del pie. Además tener pantorrillas muy finas facilita su zancada, logrando una técnica de carrera más eficiente.

Tal y como indica Adharanand Finn en su libro “Running with the Kenyans”, corren apoyando primero la almohadilla del pie, en lugar del talón. Talonear supone frenar la zancada, mientras que aterrizar con la parte media del pie fomenta el impulso del cuerpo y reduce el impacto sobre las rodillas.

Por último, recordemos de nuevo que las sesiones de entrenamiento a las que se someten los atletas keniatas son de altísima intensidad, teniendo predilección por las series cortas pero cada vez más rápidas, casi siempre al 75-85% de su ritmo cardíaco, aunque también incluyen tiradas largas a un ritmo muy bajo. Eso sí, entrenan cada día, y habitualmente más de una vez.

En definitiva, podemos concluir que todos estos factores han convertido a Kenia en la cuna de los mejores maratonianos del mundo, y todo apunta que su extraordinaria fortaleza va a seguir conquistando los pódium de las carreras de mayor prestigio del planeta.

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