Los hongos son infecciones que pueden afectar tanto a las capas externas de la piel como a las uñas. Las dos patologías más comunes por hongos en los pies son la tiña del pie y la onicomicosis.

La primera aparece habitualmente entre los dedos de los pies, sobre todo entre el cuarto y el quinto dedo, aunque también puede extenderse a los lados y por la planta y el talón. La tiña del pie es conocida popularmente como “pie de atleta” al ser una lesión muy frecuente entre los corredores. Y es que este tipo de hongo crece en ambientes húmedos y cerrados como puede ser la zapatilla de un maratoniano. Para evitar su aparición es imprescindible contar con un calcetín y una zapatilla que ayuden a ventilar los pies, sobre todo en deportistas cuya sudoración sea elevada o entrenen en ambientes calurosos y con alta humedad.

Si bien el pie de atleta no es grave, a veces su cura se complica o retrasa en exceso. Pueden sufrirla con más facilidad personas diabéticas o con un sistema inmunológico debilitado, pero también se transmite a través del contacto directo con el infectado o compartiendo espacios comunes, como pueden ser las duchas o vestuarios de un gimnasio. Por eso es importante ser precavidos en este tipo de espacios públicos, cerrados y húmedos. Es sencillo reconocer la aparición de la tiña del pie por el agrietamiento agresivo de la piel, el ardor entre los dedos y las descamaciones.

Por su parte la onicomicosis es una enfermedad que afecta directamente a las uñas, en especial a la del dedo gordo del pie. Su autodiagnóstico es más complicado, ya que no se manifiesta de manera tan evidente como el pie de atleta (los patógenos colonizan el espacio subungueal) y, en general, no causa dolor, tan solo “picorcillo” en la zona. Eso sí, si no se ataja a tiempo y el paciente no acude a un podólogo para remediarlo, la onicomicosis se puede complicar hasta el punto de ser irreversible.

¿Cómo puedo prevenir los hongos?

A continuación te ofrecemos 7 sencillos consejos para evitar la aparición de hongos o levaduras en tus pies. ¡Toma nota!

▪ En los meses de más calor del año opta por calzados más frescos y cómodos, pero sin abusar del uso de chanclas piscineras. Prioriza materiales como el cuero en lugar del plástico a la hora de adquirir tus zapatos.

▪ Si sales a hacer deporte, elige una zapatilla acorde a tu tipología de pie, peso, biomecánica, ritmo y tipo de terreno por el que vas a realizar la actividad. Déjate asesorar por un especialista y no escojas el calzado por su estética.

▪ Evitar ir descalzo por zonas comunes, ya sean duchas de gimnasio, vestuarios deportivos o incluso las propias duchas de las playas o la zona de los lavapiés.

▪ Los días que salgas a hacer deporte, seca a conciencia el pie después de la ducha. Importante: no dejes de secar el espacio entre los dedos. Por la noche, antes de irte a dormir, hidrátalo bien con alguna crema.

▪ Cambia de calcetines cada día, tanto si los has utilizado para hacer deporte o solo durante un rato corto para hacer algún recado. En estos meses de altas temperaturas es muy fácil que el calcetín quede sudado en pocos minutos.

▪ Así pues, elige calcetines hechos de fibras sintéticas preparadas para eliminar la humedad de los pies con más facilidad que el algodón o la lana.

▪ Observa tus pies con frecuencia para cerciorarte de cualquier cambio en su color o aspecto habitual. En ocasiones la aparición de los hongos no se percibe al no ir asociada al dolor o la incomodidad; por eso es importante revisar nuestros pies cada cierto tiempo y comprobar que está todo bien.