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Tengo los pies planos... ¿Debo preocuparme?

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El pie plano es una condición mediante la que uno o los dos pies de una persona presentan poco o ningún arco plantar. Se pueden detectar fácilmente al observarse que la mayor parte de la planta del pie está en contacto con el suelo. Los arcos plantares se forman normalmente en los primeros años de vida, por lo que todos los bebés tienen los pies planos durante los primeros meses. Se calcula que aproximadamente uno de cada diez adultos tiene los pies planos.

Para saber si debemos preocuparnos ante esta condición, debemos diferenciar entre un pie plano absoluto y un pie aplanado o valgo. Y es que un pie plano por completo con frecuencia va a ser origen de diversos problemas, ya que es habitual que provoque afecciones y patologías no solo en las propias estructuras del pie, sino también en la rodilla, la cadera y la columna lumbar. Mientras, un pie valgo o parcialmente plano, puede ser más benévolo siempre y cuando la persona que lo sufre no tenga un oficio en el que permanezca de pie durante muchas horas o una vida deportiva muy intensa practicando disciplinas de salto o carrera. De hecho, aunque suene duro para quien lo sufre, podemos asegurar que el pie plano absoluto es incompatible con este tipo de deportes en los que hay impactos repetidos del pie contra el suelo.

Por eso, si se detectan síntomas de pie plano en los niños, es imprescindible acudir al podólogo para iniciar un tratamiento cuanto antes y prevenir problemas. Desde los 4 o 5 años los niños pueden llevar soportes plantares (plantillas) y evitar patologías mayores y afecciones en el futuro. Sin duda se trata de la herramienta más eficaz para evitar todos los achaques que derivan de los pies planos. Y es que un pie corregido desde la infancia es el mejor método de prevención posible.

¿Cuáles son los síntomas de los pies planos?

Como decíamos, no es complicado cerciorarse de ello porque visualmente se aprecia muy fácil, pero si sufres algunos de estos síntomas es posible que, sin saberlo, tengas los pies planos: aumento en la anchura de la zona del mediopie, calambres en las piernas, dolor muscular en el pie o la pierna, dolor en la zona del arco plantar, en el talón e incluso en el exterior del pie, molestias al caminar o cambios en la forma de apoyar, y desplazamientos en los dedos de los pies.

Si notas con frecuencia uno o varios de estos síntomas, lo recomendable es acudir a un podólogo para someterse a un análisis de la huella y detectar con la plataforma de presiones las áreas de tu planta en las que el pie está en contacto con el suelo.

Tipologías de pies planos

No todos los adultos que presentan pies planos tienen la misma afección. Así, podemos diferenciar los pies planos flexibles, en los que el arco plantar se aprecia y se “dibuja” cuando se levanta el pie del suelo (es recurrente que este tipo de pie plano aparezca en la infancia o la adolescencia y suele empeorar con la edad o según los hábitos: pasar muchas horas de pie, el deporte de impacto, etc.); y los pies planos verdaderos, que son aquellos sin ningún tipo de arco en ninguna posición y suelen causar dolores y diversos problemas en las articulaciones del tren inferior y la columna lumbar.

Tratamientos

Como apuntábamos al principio, el mejor tratamiento posible es la inserción de un soporte plantar (plantilla) anticipándose a la aparición de los problemas. Si percibes que tu hijo tiene dolores o rigidez en los pies, es más que recomendable acudir al podólogo para someterlo a los análisis pertinentes y valorar una solución en el caso de que presente pies planos. Los zapatos fabricados a medida o con una estructura optimizada para evitar lesiones en el arco plantar también pueden ser recomendados.

Hay ocasiones en las que no se necesitarán plantillas y tan solo medicamentos antiinflamatorios, reposo y hielo para aliviar los hinchazones, o bien algún tipo de tratamiento físico para estirar y fortalecer los tendones y músculos tensionados con el objetivo de optimizar la flexibilidad y movilidad general del pie. Como solución extrema, y solo aplicable en casos de dolor permanente, puede procederse a la intervención quirúrgica.

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