PATOLOGÍAS PODOLÓGICAS

 

Trocanteritis

 

Empezamos hablando de lesiones localizadas en el pie —el rey del tablero de ajedrez—, continuamos con las piernas —las torres—, alcanzamos la rodilla —la reina— y ahora le toca el turno a la cadera —el caballo—. Su movimiento en el ajedrez es en forma de «L», y realmente la forma del fémur también es una L, echándole un poco de imaginación, claro.

Si bien los problemas en forma de lesiones se localizan con mayor frecuencia en pie y rodilla, no podemos obviar la cadera, asiento de muchos síndromes dolorosos en el corredor, y de ellos la trocanteritis o bursitis trocanterea es sin duda la que más guerra va a dar.

La trocanteritis puede tener su origen en un traumatismo puntual o deberse a un error anatómico de nuestros miembros inferiores, e incluso por una biomecánica incorrecta. Nosotros nos centraremos en esta segunda causa, que es sin duda la más frecuente en el caso que nos ocupa: la carrera.

Anatomía

Ya hemos visto en capítulos anteriores que todo lo que termina en «itis» es sinónimo de inflamación, y lo lógico sería identificar trocanteritis como inflamación del trocánter mayor del fémur, una especie de montículo óseo de que dispone el fémur y que sirve de inserción al músculo piramidal y de base por la que se desliza el tensor de la fascia lata, músculo que sirve de estabilizador a la rodilla y que, cabe recordar, viene de más arriba, la cresta ilíaca, y finaliza más abajo, en la tibia, en forma de banda o cintilla iliotibial.

Pues bien, entre el tensor de la fascia lata y el trocánter mayor del fémur tenemos una especie de cojín o bursa constituida por una bolsa o membrana que contiene líquido sinovial, que facilita su deslizamiento y cuya inflamación por exceso de fricción se denomina «bursitis».

En la cadera tenemos tres bursas trocantereas:

  • Mayor: entre glúteo mayor y tendón del glúteo medio.
  • Mediana: entre trocánter mayor del fémur y glúteo medio.
  •  Menor: entre trocánter mayor del fémur y glúteo menor

Causas

  • Laxitud ligamentosa.
  • Pie valgo.
  • Dinámica en pronación y aducción.
  • Genu valgo, más acusado en mujeres.
  • Disimetrías.
  • Acortamiento de la fascia lata, glúteo mayor, medio y aductores.
  • Desequilibrio muscular entre la musculatura de la cadera y el muslo.
  • Alteración de la articulación sacroilíaca y bloqueo lumbar.
  • Mala técnica de carrera.
  • Entrenar sobre superficies duras.
  • Excesiva carga de entrenamiento (microtraumatismos repetitivos).
  • Zapatillas en mal estado.
  • Dormir siempre del mismo lado.

Síntomas

  • Dolor a nivel del trocánter mayor de la cadera; a veces se irradia a glúteo y muslo.
  • Inflamación y rubor o calor.
  • Dolor a la presión incluso al dormir del lado afectado.
  • Rigidez de cadera (no siempre).
  • Dolor al correr y al realizar cualquier movimiento en periodos agudos.

Patomecánica

Se trata de una lesión nuevamente propiciada por el exceso de pronación.Ya sabemos que el pie, al pronar, provoca una rotación interna al miembro inferior, el fémur gira internamente activando la contracción del músculo fascia lata, que trata de evitar dicho movimiento rotatorio en un intento solidario de evitar daño a la rodilla, hasta que este movimiento repetitivo y anómalo terminará presionando y friccionando excesivamente el músculo tensor de la fascia lata sobre la bolsa trocanterea que lo separa del trocánter mayor, inflamándola y provocando el cuadro doloroso.

Es una lesión más frecuente en la mujer, sobre todo a partir de los 40 años, y la sufrirá en alguna ocasión el 15% de la población.

El dolor suele empezar de forma intermitente y afecta a un solo lado, aunque puede hacerlo a las dos caderas, llegando a doler incluso tumbado en la cama, por lo que se recomienda no dormir del lado afectado.

En estadios avanzados el dolor puede manifestarse al nadar, pedalear, subir escaleras e incluso permaneciendo de pie.

trocanteritis

Exploración

La clínica es muy clara al presionar con el dedo pulgar la cadera lesionada, lo que despierta un dolor agudo que puede bajar hasta la rodilla.

Diagnóstico

Además del dolor, el diagnóstico se realiza por la imagen, ecografía y RMN.

  • Exploratorio.
  • Ecografía y RMN.

Ediagnóstico diferencial es con:

  • Hernia discal.
  • Artrosis de cadera.
  • Alteraciones de la columna lumbosacra.
  • Necrosis avascular de la cabeza del fémur.
  • Fractura de estrés.

Prevención

La prevención pasa por el conocimiento del sistema musculoesquelético y los posibles errores estructurales que pueda presentar el corredor, causantes del cuadro clínico. Una vez conocido dicho estado buscaremos reequilibrar el estado muscular y articular, potenciando los músculos implicados en el movimiento de la cadera y estirando aquellos que se encuentren acortados.

Alternar la práctica del running con actividades que no impliquen impacto (natación, bicicleta, elíptica…), así como calentar y enfriar convenientemente.

Realizar masajes de forma regular, controlando nutrición e hidratación. Controlar el kilometraje de las zapatillas utilizadas.

La corrección ortésica mediante plantillas personalizadas es fundamental para corregir el exceso de pronación.

Tratamiento

Medidas a tomar por el corredor

  • Reposo relativo evitando actividades que provoquen dolor.
  • Hielo local 20 minutos cada 4 horas los primeros 3 días.
  • Estiramientos de los glúteos, piramidal, isquiotibiales y tensor de la fascia lata.
  • Potenciación progresiva y sin dolor de la musculatura anteriormente descrita.
  • Mejorar la técnica de carrera.
  • Evitar dormir del lado afectado.

Médico

  • AINES.
  • Muletas para descargar la articulación (no siempre).
  • Infiltrativo.
  • Cirugía.

Fisioterápico

  • Ultrasonidos (US).
  • Masaje descontracturante.
  • Desbloqueo pélvico.
  • Ondas de choque.
  • Electrólisis percutánea intratisular (EPI).

Podológico

  • Estudio biomecánico.
  • Soporte plantar personalizado.

Una vez realizado el estudio biomecánico, estaremos en condiciones de conocer el estado anatómico de la columna, cadera, miembros inferiores y pie. Una vez analizado detenidamente el estudio realizaremos un diagnóstico clínico y estaremos en condiciones de establecer unas pautas terapéuticas, que en nuestro caso pasarán por realizar un soporte plantar que resulte adecuado para evitar en la medida de lo posible estrés a la cadera. En muchas ocasiones encontramos situaciones incongruentes en cadera y pie; por ejemplo, una cadera en rotación externa y un pie pronado. En dicha situación, el fémur se verá obligado a realizar un amplio movimiento de rotación interna por el efecto de la pisada pronadora, incrementando la fricción del tensor de la fascia lata sobre el trocánter mayor del fémur. En este caso el corredor se verá favorecido por la disciplina en los estiramientos de la musculatura implicada —glúteos, piramidal y fascia lata—, así como por el control de pronación, fruto de la zapatilla estable o tipo control y del soporte plantar personalizado.

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